CD Sagrado Corazón de Jesús
  
Jueves, 06/04/2017
La devoción al SAGRADO CORAZON DE JESUS y la práctica de los Nueve Primeros Viernes.
Lado A:(Introducción)
(San Mateo c. 11, v. 28-29)
“Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí porque soy paciente y humilde de corazón, y así hallarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”
Querido amigo, querida amiga:
Queremos ofrecer a Jesús, a su Sagrado Corazón, esta modesta grabación que hemos hecho con mucho amor.

Y al hacerla, no pudimos dejar de pensar que el amor con que Jesús nos ha amado y nos ama es tan inmenso que todo parece insignificante cuando hablamos de El.

Y recordemos que no fue a través de un lindo discurso como Jesús nos dio a conocer su amor: Lo hizo cargando sobre sí todos nuestros pecados muriendo en la Cruz por nosotros, porque realmente, “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

Dios quiera que esta sencilla grabación te ayude a meditar y comprender en profundidad el inmenso amor que Jesús te tiene.

María Santísima, San José, a ustedes que fueron los custodios fieles y generosos del Hijo de Dios, les encomendamos con mucho cariño este trabajo, que nos ayuden a abrir nuestros corazones al Señor, nos bendigan mucho, y podamos comprender así, ese amor sin igual, gratuito, que el Sagrado Corazón de Jesús tiene y siente por cada uno. Y descubrir esa “hoguera ardiente de amor” que late, palpita, y se consume de amor por nosotros.

Es Jesús el que, a pesar de serlo y tenerlo todo, por ser Dios, ansía ardientemente nuestro pobre amor y desea que reparemos tantas ingratitudes, indiferencias y desprecios a su Corazón.

Ese Corazón que desea tanto tu salvación que te entrega la práctica de los nueve primeros viernes para que sea tu “pasaporte” para el cielo.

El está ansiando que lo visites diariamente en alguno de sus Sagrarios, donde está vivo y presente.
El está siempre a tu lado, esperando que le abras tu corazón y lo dejes entrar en él.

El está siempre a tu puerta,... te está llamando:
(Canción: “Canción de la misericordia”.)
Invoquemos juntos al Espíritu Santo, por medio de María para que nos envíe su luz y así poder descubrir los secretos y maravillas del Sagrado Corazón de Jesús.

Lo hacemos con esta oración:
“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa.”
Unamos también nuestras voces con la oración que el Papa San Pío X le dedicó al Señor:
(Detente:)
Ábreme, oh Jesús tu Sagrado Corazón..., muéstrame sus encantos...,
úneme a El para siempre.
Que todas las respiraciones y palpitaciones de mi corazón,
aún cuando esté durmiendo,
te sirvan de testimonio de mi amor,
y te digan sin cesar:
¡Señor, te amo!
Recíbeme el poco bien que hago.
Dadme gracia para reparar el mal que he hecho...
para que te ame en el tiempo y te alabe por toda la eternidad.
Amén.
(¿Por qué devoción al corazón?)
¿Qué es una devoción?

Son auténticas expresiones de la piedad cristiana, que no deben considerarse como inútiles o de poco valor.

La razón de la devoción al Sagrado Corazón, tal vez la más importante del pueblo católico, es muy sencilla:
Siendo el corazón la sede del amor, en el Sagrado Corazón de Jesús, vemos que se manifiesta, con gran claridad, el amor de Dios para con nosotros.

A Santa Margarita María de Alacoque Jesús le descubrió los secretos de su Sagrado Corazón y ella fue el instrumento para difundir esta devoción.

Tal vez te preguntes:
¿Porqué Dios, nuestro Señor, habrá querido poner el acento en el Sagrado Corazón del Hijo?

Podríamos decir que estamos viviendo en medio de una sociedad descorazonada. Es por eso que los Papas de este último siglo hacen tanto hincapié en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como la gran esperanza para la humanidad de este tiempo, porque la humanidad parece haber perdido su corazón, o, como ha dicho Juan Pablo II, ‘parece haber perdido su conciencia”.

A un hombre de corazón endurecido le resulta muy difícil amar.

Y un hombre con la conciencia adormecida tendrá dificultades para optar por el bien para su propia vida y la de los que lo rodean.

¡Un hombre en estas condiciones está tan lejos del proyecto de amor de Dios!

Recordemos que Dios, nuestro Padre, nos creó por amor, nos redimió en su Hijo por amor, y quiere que realicemos plenamente nuestras vidas en el amor. Por eso viene a nuestro encuentro en esta devoción, para despertarnos y recordarnos su gran amor por nosotros, y encender nuestros corazones con la chispa de su Amor, para que nosotros podamos ir iluminando este mundo que tantas veces camina en tinieblas.

Este es el designio del amor de Dios para nosotros, sus hijos queridos.

Por eso necesitamos tanto invocar al Espíritu Santo y a su Esposa, María Santísima, para poder así descubrir los secretos y maravillas del Sagrado Corazón de Jesús.

Porque sólo ellos pueden hacer realidad en nuestro corazón lo que dice el profeta Ezequiel en el capítulo 36:
“Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.”
Sí, el Corazón de Jesús, si nos confiamos a El va a llenar nuestros corazones de humildad, amor y paz.

(Los Papas y el Sagrado Corazón.)
Los Papas han apoyado y promovido la devoción al Sagrado Corazón.

Clemente VIII la aprueba en 1765.
Pío IX, en 1856, la extendió a toda la Cristiandad y estableció la fiesta litúrgica en su honor.

(La voz de los Papas)
- Escuchemos la voz de los Papas.
- León XIII, al final del siglo XIX hizo la solemne consagración del género humano al Sagrado Corazón, y nos decía en su Encíclica Año Sagrado (Annum sacrum): “Más de una vez hemos procurado proteger con verdadero esmero y poner en el mayor esplendor, a ejemplo de nuestros predecesores, la solidísima devoción del culto al Corazón Sacratísimo de Jesús... Esta devoción, que a todos recomendamos, a todos ha de ser muy provechosa”.
- Pío XII, le dedicó la encíclica “Buscad las aguas” (Huarietis Acquas) en 1956 y en ella nos decía:
“en el culto al Sagrado Corazón de Jesús se contiene la esencia de toda la Religión mejor manera de practicar el cristianismo es el culto al Corazón de Jesús...”.
- Juan XXIII decía el 17 de octubre de 1962:
“La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha aportado incalculables beneficios a la Iglesia y a la humanidad”
- Juan Pablo II es sin duda uno de los Papas que más ha hablado del Corazón de Jesús. En el rezo dominical del Angelus desde 1985 a 1989, explicó las 33 Letanías del Sagrado Corazón.

En Roma, en la Parroquia del Sagrado Corazón, decía el 9 de noviembre de 1986:
“Jesús, al aparecerse a Santa Margarita María de Alacoque, quiso manifestar su infinito amor a la humanidad y su deseo de hacerse amar. Deben, pues, comprometerse a amar total y constantemente a Jesucristo: a ello los estimula la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la práctica de los Primeros Viernes de mes...”.
(Origen de la devoción al Sagrado Corazón.)
¿Cuál es el origen de la devoción al Corazón de Jesús?

Si bien desde los primeros tiempos de la Iglesia, existió una sólida devoción al Corazón de Jesús es a partir de las manifestaciones del Señor a Margarita María, que cobra una importancia cada vez mayor. Unos años antes de dichas manifestaciones hubo una herejía que predicaba, entre otras cosas, que el amor y la gracia de Dios estaban destinados solamente a un grupo de elegidos. Este error negaba la verdad fundamental de nuestra fe: que Dios nos ama inmensamente a todos y a cada uno de nosotros, sus hijos, que nos ama en la condición y situación en que nos encontremos, que experimenta con nosotros un verdadero amor de Padre, y que, por este amor, envió a su Hijo al mundo, nacido de la Virgen María, para que por su Cruz y resurrección naciéramos a la vida nueva de la gracia.

¡Este es el amor que Dios nos tiene y que nos quiere transmitir en esta devoción!

Margarita, la elegida por Dios para dar a conocer los secretos del Corazón de Jesús tuvo una vida maravillosa que el Señor y María, nuestra Mamá del Cielo, fueron preparando para esta altísima misión. En ella se unieron por un lado pruebas de todo tipo: dolores, humillaciones, rechazos, etc., y por el otro admirables e innumerables favores del cielo: consolaciones, revelaciones, dulzuras inefables en su trato tan cercano con Jesús, su divino esposo y con María Santísima.

La santa vivió en carne propia que el amor se prueba y se muestra en el dolor.

Y así su vida fue una prueba de fidelidad al amor de Cristo, quien vivió para amar y morir por amor a su Padre y a nosotros, los hombres.

Nos detendremos ahora en las principales manifestaciones de Jesús. Luego te contaremos más sobe la vida de Santa Margarita María.

(Principales Manifestaciones de Jesús.)
Si bien el Corazón de Jesús se manifestó numerosas veces a Margarita María, cuatro son las manifestaciones consideradas más importantes. No dejes de observar como Margarita se hallaba adorando el Santísimo Sacramento en esos momentos en que se le manifestaba el Señor.

Primera revelación principal.
Era la fiesta del discípulo amado, san Juan evangelista. Es el 27 de Diciembre de 1673.
Margarita está en la Iglesia, en presencia del Amor Sacramentado y nos cuenta en sus “Memorias’:
“Jesús me hizo descansar en su Divino Pecho y en él me descubrió las maravillas de su amor y los secretos de su Corazón, que me había tenido ocultos hasta entonces, cuando se me abrió por primera vez y me dijo:

“Mi Corazón ama tan apasionadamente a todos los hombres, y en especial a ti, Margarita, que quiere derramar a través tuyo los preciosos dones que te va a ir descubriendo.”

“Me pidió enseguida mi corazón, lo unió al suyo y pude ver como mi corazón se iba consumiendo en aquella ardiente hoguera que era su Corazón. Luego lo sacó y lo volvió a colocar en mi pecho como una llama ardiente en forma de corazón.”

Este fuego le producirá a Margarita un dolor en el costado, como garantía de la verdad de la aparición. Durante muchos días Margarita quedó como embriagada y encendida de amor.
(Canción: “Sagrado Corazón de Jesús”.)

Segunda revelación principal.
Fue en el año 1674 y en ella Jesús nos explica como quiere que sea representado y venerado su Corazón:
“El Divino Corazón se me apareció en un trono de llamas, más esplendoroso que el sol, transparente como el cristal con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas significando las punzadas producidas por nuestros pecados y una cruz en su parte superior.”
Vemos así como se va definiendo lo que desea el Señor: la devoción a su Sagrado Corazón, que quiere difundir por todo el mundo, es como un último esfuerzo por encender con el fuego de su Amor este mundo tan frío.

Y dice el Señor:
“Quiero que ¡mi corazón divino sea venerado bajo la forma de un corazón de carne, la llaga de la lanza estará bien visible, lo rodearán llamas y lo ceñirán las espinas llevando en la parte superior una cruz.”
“Los que honren públicamente mi corazón recibirán gracias muy especiales”.
Tercera revelación principal
Es el mismo año de 1674. En esa aparición el Corazón de Jesús se nos presenta como una hoguera ardiente de caridad.

Así nos lo cuenta Margarita:
“...Estaba ante el Santísimo Sacramento con gran recogimiento y se presentó delante de mí Jesucristo, mi amado Dueño, todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes como cinco soles, despidiendo de su Sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón, vivo manantial de tales llamas. Me fue haciendo entender entonces las inexplicables maravillas de su puro amor hacia los hombres de quienes no recibía más que ingratitudes...
Jesús, amante apasionado se queja de la falta de amor de los suyos. Jesús, divino mendigo, nos tiende la mano pidiendo nuestro amor.”

¡Qué maravilla!

El, el Rey de Reyes, apasionado de amor por nosotros, quejándose de nuestra falta de amor.
El, el dueño y Señor de todo lo creado, divino mendigo, tendiendo su mano pidiendo nuestro pobre amor.

Y le dice el Señor a Margarita:
“Margarita, te pido que estés atenta a mi voz pues quiero hacerte las siguientes peticiones”
“Primero, quiero que me recibas Sacramentado tantas veces como la obediencia quiera permitírtelo.
"Comulgarás, además, todos los primeros viernes de cada mes.
"Todas las noches del jueves al viernes haré que participes de la inmensa tristeza que Yo experimenté en el huerto de los Olivos; tristeza que te llevará a compartir mis sufrimientos. Así me acompañarás en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para así estar conmigo durante una hora, pidiendo misericordia para los pecadores, y suavizando, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis Apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar siquiera una hora conmigo; durante esta hora harás lo que yo te enseñaré.”
¡No dejes de responder a este llamado de Jesús y visitarlo en uno de sus Sagrarios, donde El está presente!
Especialmente, de serte posible, los días jueves de 11 a 12 de la noche, ¡La Hora Santa!

(Margarita María)
Margarita empieza a tener un continuo estado de fiebre que no cede. Todos ven llegar su muerte, pero Jesús, el médico divino, la consuela maravillosamente.

Cuenta Margarita:
“La Madre Superiora quiso abreviar las pruebas y me dijo:
“Margarita, si realmente son del Señor las peticiones que usted me hace, pídale como prueba que la cure enseguida y entonces accederé a lo que me pida”.
La enferma obedece y al momento recobra la salud por mediación de su Madre del Cielo, que le dice:
“Ánimo, querida hija mía, yo te doy la salud de parte de mi divino Hijo; aún te queda un largo y penoso camino por recorrer.”
Tan rápida y difícil curación impactó a todos. Sin embargo sigue siendo rechazada por su comunidad y cuando ya está desfalleciendo, el Señor le anuncia formalmente:
“Yo te enviaré a mi siervo, descúbrete a él por completo. El te dirigirá según mis designios.”
El elegido por el Señor es el Padre Claudio de La Colombière, sacerdote jesuita recientemente canonizado.

Cuando llega como superior al convento de la Visitación donde estaba Margarita, la voz del Señor le dice:
“Este es mi siervo, a quien yo te envío.”
Y luego de contarle toda su vida, el Padre Colombière le dice:
“Margarita, nada tienes que temer; el espíritu de Dios es quien te guía; sigue sus movimientos; sé la esclava del Sagrado Corazón.”
El corazón de Margarita se inundó entonces con un río de paz.

Cuarta y última revelación principal.
Es también conocida como la gran revelación.

Es un día de la octava de la Fiesta de Corpus Christi, probablemente el 16 de Junio de 1675.

La Hermana Margarita María está ante el Santísimo Sacramento expuesto. Se le aparece entonces, radiante, Nuestro Señor Jesucristo, quien le descubre, una vez más, su divino Corazón y le dice:
“Mira este Corazón que tanto ha amado a los hombres y al que nada se ha perdonado hasta consumirse y agotarse para demostrarles su Amor, y en cambio, no recibe de la mayoría más que ingratitudes, por las irreverencias, desprecios y sacrilegios hacia El en este Sacramento de Amor.”
Jesús se queja de la poca importancia que le damos a la Santa Eucaristía, el Sacramento de nuestra fe, Misterio del Amor de Dios.

Y luego el Salvador agregó, con un acento que estremeció a la santa:
“Pero lo que todavía me es más doloroso es que obran así hasta los corazones, que de manera especial se han consagrado a Mí. Por eso te pido que, el viernes siguiente a la fiesta de Corpus Christi, se celebre una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando en dicho día y reparando las ofensas que he recibido en el Augusto Sacramento del Altar. Te prometo que mi Corazón derramará con abundancia las bendiciones de su Divino Amor sobre cuantos le tributen este homenaje y trabajen en propagar esta devoción”.
Corno vemos, Jesús le pide a Margarita que sea instituida la fiesta del Sagrado Corazón el viernes siguiente a la fiesta del Corpus Christi.

Margarita preguntó entonces:
“Señor, ¿cómo puedo cumplir estos encargos?”
“Dirígete a mi siervo, el Padre Claudio de La Colombière, y dile de mi parte que haga cuanto pueda para establecer esta devoción y complacer así a mi Corazón divino. Que no se desanime a causa de las dificultades que se le presenten, y que no le han de faltar, pero deben saber que es omnipotente aquel que desconfía enteramente de sí mismo para confiar únicamente en Mí.”
Pocos días después, el 21 de Junio, fiesta de San Luis Gonzaga, el mismo día pedido por Jesucristo, se consagraron fervorosamente al divino Corazón Margarita y su director espiritual.

Era la primera fiesta en que se honraba al Sagrado Corazón de Jesús según las enseñanzas del Divino Maestro:
Era la fiesta del Amor.
El Amor, con mayúscula, era intensamente amado.

(Canción: “Jesús, el Pan de Vida”.)

Lado B
(El culto al Corazón de Jesús.)
(Canción: “Con amor eterno yo te amé”.)

El Papa Pío XII, en su Encíclica “Buscad las aguas” nos ilumina respecto del significado de Santa Margarita en la vida de la Iglesia al afirmar:
“Margarita María ocupa un lugar principalísimo porque atrajo la atención de los hombres, de modo extraordinario y singular, hacia la contemplación y veneración del misterio del amor simbolizado en el Corazón de Cristo, capaz de llamar y atraer a los hombres al conocimiento y reconocimiento de su amor y a sentirse impulsados al amor y a la entrega a Cristo, manso y humilde de Corazón.”
(Vida de Santa Margarita María.)
Margarita nació el 22 de Julio de 1647 en un pueblito del centro de Francia. Fue la quinta hija de un notario real, don Claudio de Alacoque.

A los cuatro años y medio fue llevada a vivir con su madrina, que era de la nobleza. La gracia del Señor permitió que conservara su inocencia bautismal a pesar de estar rodeada de tantos lujos y placeres.

A la puerta del castillo donde vivía estaba la Capilla y allí la pequeña se refugiaba para hacer sus oraciones.

Margarita, en sus memorias, le dice al Señor:
“Jesús, único amor mío, te debo agradecer tanto por haberme cuidado desde mi niñez constituyéndote dueño y Señor de mi corazón, aunque conocías bien la resistencia que había de hacerte. No bien tuve conciencia de mí misma, hiciste ver a mi alma la fealdad del pecado, que me produjo un rechazo tal, que la más leve mancha me era algo insoportable. Y para refrenarme, bastaba saber que algo ofendía a Dios, para no desear hacerlo más.
“Sin saber lo que hacía, me sentía continuamente impulsada a decir estas palabras:
“Dios mío, te consagro mi pureza y hago voto de perpetua castidad. Una vez las dije entre las dos elevaciones de la Santa Misa, que generalmente oía con las rodillas desnudas en tierra, por más frío que hiciese. No comprendía lo que quería decir la palabra voto, ni tampoco, castidad.

“Toda mi tendencia en aquel tiempo era esconderme en algún bosque para rezar.”
(Batalla entre el mundo y su vocación)
Con el correr del tiempo Margarita sintió con mayor claridad el llamado de Jesús a la vida religiosa aunque, por momentos, el mundo y sus vanidades la confundían e intentaban adueñarse de su corazón.

Un día, después de comulgar, le dijo a su Señor:
‘Pero Tú mi Dios, único testigo de la grandeza y duración del horrible combate trabado en mi alma, me hiciste conocer que me sería muy duro y difícil luchar contra el poderoso estímulo de tu amor. Muchas veces se me ponía adelante mi Soberano Maestro, todo desfigurado, como estaba en su flagelación y me decía:”

Y bien, ¿querrás gozar de este placer? Yo no gocé jamás de ninguno y me entregué a todo tipo de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón ¿Y querrás ahora disputármelo?”
También nos cuenta Margarita:
“En otra ocasión, me dijo mi amado Jesús:”
“Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste tu voto de castidad. Soy yo quien te movió a hacerlo antes que el mundo tuviera parte en tu corazón. Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre para que seas formada por Ella según mis designios.”
(Triunfo de su vocación) (Ingreso en el Convento)
Otro día, se le apareció el Señor diciéndole:
“Si me eres fiel, no te dejaré jamás y me haré tu triunfo contra todos tus enemigos.”
Margarita respondió:
“Aunque haya de costarme mil vidas, sólo seré religiosa y viviré para Ti, mi Señor, siendo una esposa fiel.”
Margarita tenía 22 años y el Señor Obispo de Chalens la confirmó en sus deseos y al ingresar al Convento de la Visitación le permitió agregar a su nombre original el de María, como expresión de su gran amor a la Madre de Dios.

Nos cuenta Margarita:
“Al entrar en el Convento empecé a sentir deseos de llevar una vida profunda de oración. Me dirigí a la Madre superiora y le rogué:
Madre, enséñeme a orar.
Ella me respondió:
Vaya, hija, y póngase delante de nuestro Señor como un lienzo delante del pintor”
Así lo hizo y Jesús, el Divino Maestro, le hizo entender que quería reproducir en su alma la imagen de su propia vida terrestre.

Sus rasgos principales serían dos: el amor de Dios y el amor a la cruz.

Margarita fue llamada al mismo tiempo a ser mensajera del amor de Dios, y también, víctima propiciatoria.

Transcurridos los meses de postulantado, que fueron para Margarita meses de exquisitas consolaciones espirituales, tomó el santo hábito en Agosto de 1671 e hizo su profesión en noviembre de 1672.

La tarde de ese memorable día escribía Margarita:
“Yo, pequeña criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme en todo lo que pida de mí; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin otro interés que su mayor gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos.”
Jesucristo había empezado a preparar ya a su misionera, muy pronto le manifestaría el evangelio de su Corazón encendido de amor.

Margarita, realmente, consagró su vida de manera total al Sagrado Corazón de Jesús.

La devoción al Sagrado Corazón, se extenderá por todo el mundo cumpliéndose así la promesa que Jesús hizo a su Santa confidente:
“Reinará a pesar de mis enemigos.”
(Canonización de Margarita María. Su aporte a la espiritualidad cristiana)
Margarita fue canonizada el 13 de mayo de 1920, por el Papa Benedicto XV quien dijo:
“Resulta así claro cual es el encargo asignado por Dios a Santa Margarita: predicar a todos los hombres las riquezas del Corazón de Jesús.”
Y esto es lo que ha aportado Margarita María, con gran claridad y fuerza, a la espiritualidad cristiana:
¡Que Jesucristo se simboliza en su Corazón!
(La Virgen y Santa Margarita María.)
Margarita se caracterizó por un gran amor a María, nuestra Madre del Cielo. Desde pequeña le rezaba diariamente el Santo Rosario, le hizo voto de ayunar todos los sábados, y rezaba también, todos los días, siete Avemarías recordando los Siete Dolores de María.

Con respecto a nuestra Mamá del Cielo nos dice Margarita:
“Ha hecho conmigo las veces de una buena madre y jamás me ha negado su socorro. A Ella recurrí en mis penas y necesidades y con tal confianza que me parecía no tener nada que temer bajo su protección maternal.”
Un día, con mucha ternura, le dijo la Virgen:
“Nada temas, tú serás mi verdadera hija y Yo seré siempre tu buena Madre”.
La Virgen Santísima la premió muchas veces con su presencia, acariciándola y animándola en sus cruces, prometiéndole su amparo. En su autobiografía, escrita por obediencia, nos cuenta:

“Un día que me honró con su visita, llevaba en sus brazos a su Divino Hijo, lo puso en los míos y me dijo dulcemente:
“He aquí, hija mía, que viene a enseñarte lo que debes hacer.”
“Me sentí llena de gozo y me dejó que acariciara repetidas veces al niño. Después me dijo:
“Estás contenta ahora?, que esto te sirva para siempre, quiero que te abandones en mi poder, como has visto me he abandonado Yo en el Señor.”
La vida de Margarita María es una demostración más de la importancia que tiene en nuestro caminar espiritual el confiarnos a María, el abandonarnos en Ella, siguiendo, como dice San Luis María Grignion de Monfort, el “medio más fácil, más corto, más seguro y más perfecto”, o sea, el de ir a Cristo por medio de María.

Y podernos apreciar aquí, entonces, esa unión fundamental y completa que hay entre esos dos corazones: los de Jesús y María.

El mismo Papa Pío XII, en su Encíclica “Buscad las aguas” (“Haurietis Acquas”) del 15 de mayo de 1956 sobre el culto y devoción al Corazón de Jesús nos decía:
“A fin que la devoción al Corazón Augustísimo de Jesús produzca frutos más copiosos en la familia cristiana y aún en toda la humanidad, procuren unir a ella la devoción al Corazón Inmaculado de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo, tanto que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales fueron consociados íntimamente el amor y los dolores de su Madre.”
Ese gran devoto del Sagrado Corazón que fue San Juan Eudes, expresaba también de manera clara esa unión indisoluble cuando nos decía:
“¡Qué unión, qué intimidad, qué entendimiento, qué correspondencia el de esos dos corazones! El Corazón Santo de María estuvo, por lo tanto, siempre íntimamente unido al Corazón Sagrado de su Divino Hijo. Ella siempre deseó lo que El deseó, y consintió también su actuar y sufrir para que se cumpliera la obra de nuestra redención. Esos corazones han estado tan unidos, que son un solo corazón en sentimiento, en afecto, y en voluntad. Además, Jesús vive y reina tan completamente en el Corazón de María que El es verdaderamente el Alma de su Alma, el Espíritu de su Espíritu, y el Corazón de su Corazón.”
En el capítulo 19, versículos 25 al 27, de su Evangelio, San Juan nos narra de manera conmovedora las palabras que el Señor, antes de expirar en la Cruz, les dice a él, que nos representaba a cada uno de nosotros, y a su Santa Madre.

Les expresa allí el último deseo de su Sagrado Corazón, el regalo más lindo que nos pudo haber dado: darnos a su Madre como madre nuestra.

Palabras que hoy Jesús repite, diciéndole a María por ti:
“Mujer, aquí tienes a tu hijo.”
Y su Sagrado Corazón te dice tiernamente:
“Aquí tienes a tu Madre”
Y al igual que Juan, deja entrar a María en la casa de tu pobre corazón, porque Ella te llevará, tierna y seguramente, al Corazón de su Hijo.

La Santa Iglesia nos muestra también, litúrgicamente, esa unión indisoluble al celebrar la fiesta del Corazón Inmaculado de María al día siguiente de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

(Significado de la devoción.)
Con respecto a lo anteriormente visto podrían surgir algunas preguntas:

¿Quién es entonces el Sagrado Corazón?
Es el mismo Jesús.

¿En qué consiste la devoción?
En venerar ese Corazón Sagrado que late en el pecho del Señor y con el que simbolizamos a Jesús, quien nos ama con amor eterno e infinito.

¿Qué nos pide el Señor a cambio de su Amor?
Amor y reparación por el poco amor que le tenemos y las muchas ofensas con que lo herimos.

¿Qué significa reparar?
Nuestros pecados e ingratitudes lastiman el Corazón de Jesús. Hacer reparación significa ofrecerle al Señor, con amor, nuestras cruces y todos los sacrificios, privaciones, oraciones y actos de caridad que hacemos, con la intención de curar su Corazón herido por tantas ofensas y desprecios a su Amor.

¿Por qué nuestro Señor decide mostrarnos y destacar su Corazón?
Cuenta Margarita en sus “Memorias” que también el 16 de Junio de 1675, día de la gran revelación, le dijo Jesús:
“Quiero suscitar en este mundo tan frío, tan falto de amor, una nueva primavera de entrega a Mí por medio de la devoción a Mi corazón, símbolo y sede de Mi Amor Redentor. Y tú, Margarita, eres la elegida para dar a conocer este misterio, escondido en Dios desde el principio de los tiempos.”
“En el interior de tu pecho he introducido una tenue chispa de sus llamas para que te sirva de corazón y siga ardiendo hasta el último instante de tu vida.”
Y esa llama Divina que Cristo infundió en el alma de Margarita María habría de encender al mundo.
La Divina Misericordia y el Sagrado Corazón.
Estas dos devociones están estrechamente ligadas. La beata polaca Sor Faustina Kowalska fue la elegida por el Señor para dar a conocer la devoción de la Divina Misericordia.

En las revelaciones que el Señor le da a Sor Faustina entre 1931 y 1938, se vuelve a destacar lo dicho por Jesús a Margarita, especialmente su promesa:
“Los pecadores hallarán en mi corazón la fuente y el océano infinito de mi misericordia.”
Jesús le pidió a Sor Faustina que pintara una imagen, tal como ella lo veía, con la inscripción “Jesús en Vos confío”. En ella se observa al Señor vestido con una túnica blanca, una mano levantada para bendecir, mientras con la otra toca la túnica a la altura del pecho, desde el cual salen dos grandes rayos de luz.

Y Jesús le explicó:
“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo blanco representa el Agua que justifica a las almas, el rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi Misericordia en el mismo instante en que mi Corazón, que acababa de emitir su último latido, fue abierto en la Cruz con la lanza”.
Promesas del Sagrado Corazón de Jesús.
El Sagrado Corazón de Jesús le reveló a Santa Margarita María para las almas devotas de su Corazón las siguientes doce maravillosas promesas:
  • “A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado.
  • Daré paz a sus familias.
  • Los consolaré en todas sus aflicciones.
  • Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y principalmente en la hora de la muerte.
  • Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
  • Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de mi misericordia.
  • Las almas tibias se harán fervorosas.
  • Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a una gran perfección.
  • Bendeciré las casas y los lugares en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
  • Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más duros.
  • Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de EL.”
  • “Y Yo te prometo, en el exceso de misericordia de mi Corazón, que mi Amor Todopoderoso concederá, a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes consecutivos, la gracia de la penitencia final. Ellos no morirán en mi desgracia ni sin haber recibido los Santos Sacramentos, ¡Mi Divino Corazón será su refugio seguro en esos últimos momentos!”
Esta última, la décimo segunda, es conocida como la Gran Promesa.

¡Jesús te promete, a través de ella, la salvación eterna!
(La práctica de los Nueve Primeros Viernes.)
Como has visto Jesús te ha prometido la gracia de la penitencia final si comulgas nueve primeros viernes de mes seguidos.

Tal vez te preguntes: ¿Cómo debo hacer las nueve comuniones?
- En nueve meses seguidos, sin interrupción.
- No en cualquier día del mes, sino en el Primer Viernes.
- Con la debida disposición, o sea, en estado de gracia.
- Y con la doble intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y alcanzar de El la gracia de la perseverancia final.

Junto con este CD habrás recibido un folleto en el cual encontrarás las oraciones que puedes hacer después de comulgar cada primer viernes, tales oraciones, te queremos aclarar, no son obligatorias.

Reflexión final
Querido amigo:
Hemos ido recorriendo juntos este camino, este llamado de amor que nos hace el Sagrado Corazón de Jesús.

En este mundo en el que todo parece tener un precio nos cuesta comprender el inmenso y desinteresado amor con que Jesús nos ama.

La Madre Teresa de Calcuta nos invita a contemplar la Cruz, el signo indudable de su inmenso amor, cuando decía:
“Que si miras a la Cruz verás la cabeza de Jesús inclinada para besarte, sus brazos extendidos para abrazarte, su corazón abierto para recibirte, para encerrarte en su amor.”
Tal vez estés pensando:
“¿Me amará tanto a mí, que estoy tan alejado de Él, que lo niego tantas veces con mi vida y mis actitudes?”
Él nos lo dijo claramente:
“No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.” (Marcos 2, v. 17)
Y también, antes de entregar su vida en la Cruz por nosotros, dijo:
“Tengo sed”
¡Sí, Jesús tiene tanta sed!

Sed de amor, de bondad, de caridad, de justicia, de lealtad.

Sí, Él, el Rey y Señor de todo lo creado, tiene sed de nuestro pobre amor,... de tu pobre amor.

Señor, que lleguemos a amarte de tal manera que se cumpla en nosotros lo que decía San Pablo:
“Ya no soy yo quien vivo, sino Cristo que vive en mí”
María Santísima, humildemente te imploramos que tomes posesión de nuestros corazones y se los des completamente a tu Divino Hijo. Pídele que quite de nosotros todo pecado y que encienda en nuestros corazones la llama de su Divino Amor.

Madre querida, sabiendo que todo lo debemos temer de nuestra debilidad y todo lo debemos esperar de la Divina Misericordia te suplicamos lleves con tus manos amorosas nuestros corazones y este humilde trabajo al Señor.

Querido amigo, escuchemos una vez más la invitación que te hace Jesús:
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así hallarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”
Oración de Consagración al Sagrado Corazón.
Santa Margarita María y San Claudio de la Colombière hicieron universal la práctica de hacer la Consagración al Corazón Sagrado de Jesús y así corresponder a su Amor, con nuestra entrega total.

Y a Jesús le gusta que vayamos a El con un corazón de niño:
“Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Marcos 9, v. 15)
Y ahora, para terminar, te proponemos que nos acompañes con esta oración y consagras tu vida al Sagrado Corazón de Jesús.

Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando todas las muestras de amor que me has dado, y las lindísimas lecciones que me enseña de continuo tu Sagrado Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, y poder hacerme digno de las gracias y bendiciones que, generoso, concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.

¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de tu ayuda como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar!

¡Mira que soy muy poco instruido, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia!

¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer!

Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, apoyo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad.

De Vos lo espera todo mi pobre corazón.

Tú mismo nos has invitado y alentado cuando, con tanta ternura, dijiste en tu Evangelio: “Venid a Mí.. Aprended de Mí. Pedid, llamad...”.

A las puertas de tu Corazón vengo pues, hoy, y llamo, y pido, y espero. De mi corazón te hago ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega.
Tómalo y, por tu gran Amor, dame todo lo que me ha de hacer bueno en la tierra y feliz en la eternidad.. Amén.

(Canción: “Te Consagro”.)




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