Era el año 1983 cuando en varias casas de la localidad de San Nicolás empezaron a surgir testimonios de iluminación repentina de rosarios que tenían las familias colgados en sus casas. Una de esas vecinas, Gladys Quiroga de Motta, entendió que eso podía ser una señal y empezó a rezar, hasta que el 25 de septiembre de 1983, la Virgen se le apareció por primera vez.
La segunda aparición fue tres días más tarde y, la tercera, el 7 de octubre. Ese día, completamente intrigada, Motta se atrevió a preguntarle qué quería. La Virgen no le contestó, pero en cambio ella recibió la visión de una capilla. Motta concurrió a la iglesia y le contó al sacerdote Carlos Pérez lo que le sucedía. Él le recomendó que de momento no se lo comentara a nadie porque, "pueblo chico infierno grande", corría el riesgo de que la tomaran por loca. "A lo mejor las apariciones cesan", le dijo.
Pero al día siguiente no sólo no cesaron, sino que la Virgen empezó a hablarle. Y dos días más tarde, le insistió: "Soy patrona de esta región. Haz valer mis derechos".
Mujer con poca formación escolar, apenas de cuarto grado, y sin conocimiento de las Escrituras, llamaba la atención que Motta recordara con exactitud las citas bíblicas que la Virgen le hacía en sus apariciones. Esto llevó al obispo diocesano de entonces, monseñor Antonio Rossi, a recibirla y a pedirle que le describiera la apariencia de la Virgen: "No coincide con ninguna de las imágenes de la iglesia", le contestó la mujer.
El 19 de noviembre, en otra aparición, la Virgen le dijo a Motta: "Eres puente de unión. Predica mi palabra"; y el 24, un rayo de luz señaló el emplazamiento del futuro templo. "No estoy donde debo estar. Quiero estar en la ribera del Paraná", le escuchó decir.
El 27 de noviembre Motta volvió a la iglesia y el cura la llevó al campanario, porque recordó que allí yacía depositada desde hacía años una imagen antigua y muy deteriorada de la Virgen del Rosario, para ver si se parecía a la que ella veía. Y así fue. "Esta es la imagen, es ella", dijo emocionada la mujer. Y recién ahí ambos comprendieron el porqué de aquel primer reclamo: "Soy patrona de esta región. Haz valer mis derechos" .
Es que esa imagen deteriorada y arrumbada en el campanario había sido una donación hecha por el Vaticano y estaba bendita por el papa León XII, cuando en 1884 fue inaugurado el templo parroquial de San Nicolás de Bari. El regalo fue hecho en función de que la Virgen del Rosario había sido elegida cien años antes como Primera Patrona del Curato de los Arroyos.
Los invitamos a rezar el Santo Rosario, meditemos los misterios con los ojos y el corazón de aquella que estuvo tan cercana a su hijo: